lunes, 30 de agosto de 2010

CUMPLIR 60 AÑOS. CAMARADA

A mi hermana Norma, camarada

Yo también fui camarada de la vida
en la trinchera amable de la amistad
y en la trinchera oscura de la muerte.

Fui zanja hecha pedazos, quieta hoguera,
carne que no sirve para nada, ni el amor,
palabra abierta, plena, que no pudo fluir.

Fui ese pedazo de adoquín sangrante
un tango que se baila sólo en el vivir
las vías del tranvía en la curva mortal.

Un beso en el andén del tren perdido,
estrellas aparcadas en un lejano cielo,
un amor que al morir no existió nunca.

Fui camarada de la tierra americana
sembrando el porvenir de la palabra.
Poesía que en el futuro será el amor.

Camarada, todos juntos atados
luchando por las letras del pan,
por la agonía en buenas manos.

Luchando camarada, todos juntos
por un salario justo, si lo hubiera,
un amor recíproco que no lo hay.

Historias que borran la memoria,
dejando el cuerpo sin recuerdos,
el beso sin sonido de los sueños.

Soy de aquí, camarada, aquí mi vida.
Aquí todas mis plantas, mis lechugas,
las cosas de la tierra en mis amores.

Camarada del agua siembro para ti
frutas del tamaño de altas ilusiones:
todos juntos venciendo a la tristeza.

Mago de mí, ato al cuello del mundo
el cinturón de ausencias del poema,
camarada del cielo lloro la soledad.

Y también digo tener para los locos,
los enfermos del alma, un camarada.
Bestia de amor descuartizada y sola.

Y fui el gran camarada de la noche,
del hombre insomne que no duerme
y del mundo quiere cambiar el alma.

Camarada de la esbelta mujer acróbata
la que se balancea, sin cesar en el amor.
Cae y alcanza el cenit y no dice palabra.

Camarada de la mujer que sin mirada,
camina sin rumbo de un lado para otro,
sin poder entender porqué nadie la ama.

Camarada del hombre trabajador,
hierro para el amor, débil de futuro
alguien que ya perdió lo que no fue.

De la mujer trabajadora y su destino:
hacer del pan una verdad y del amor,
un sueño entretejido entre las sombras.

Fui camarada de la letra y la piedra
la letra que llega serena a la palabra,
piedra perdurable del sexo del amor.

Camarada de mí, fui deslumbrado,
como deslumbran las estrellas fugaces
por uno de mis versos que no escribí.

Fui camarada ocioso de la muerte,
la vigilaba, la vigilaba todo el día,
pero en los sueños ella podía más.


Miguel Oscar Menassa
De "Llantos del exilio", 2001

jueves, 12 de agosto de 2010

EL GENOMA HUMANO


Hoy te escribo un poema y te lo digo,
a mí, los cojones, no me los tocarán.
Ni el amor, ni la brisa,
ni las ciencias, ni el arte,
ni el humano genoma que todo lo sabrá.

A mí, los cojones, no me los tocarán.
Ni el amor con su furia que te toca y te mata.
Ni la brisa o el aire de la rancia ciudad.
Ni las ciencias ligeras, exactas y arrogantes.
Ni las artes profundas de alguna humanidad.
Y el genoma sapiente, del hombre nos dirá:
De los seis mil millones que habitamos la tierra
humanos, debería saberse, todos por igual,
tres mil millones ya están muriéndose
por la "maldita" falta de pan.
Mas al pedir explicaciones
porque yo creo que sobra el pan,
el mundo entero de poderosos,
me respondieron con amabilidad;
que algunos mueren de sarampión,
la droga mata dijo el ministro
y otros se mueren por diversión.
Los que no comen no es para tanto
un error muy pequeño en la distribución.

Y en cuanto al resto, los tres mil millones,
viviendo y muriendo siempre la mitad,
el genoma supersapiente, del hombre nos dirá:

Ese medio cerebro que no podéis usar,
es la mitad del hombre que se muere por pan.
Esa doble vida: la realidad, los sueños,
es del hambre de la tierra sólo la mitad.

Si sólo muriera la mitad, dice el poeta,
el hombre llegaría a cierta claridad,
mas lo que pasa, genoma amado,
es que la culpa nos matará.

El hombre actual
el que se muere de su mitad
odia a los seres queridos
y ama la paz.
Maltrata hasta la muerte o el dolor
sea mujer, amante o concubina,
educa tan mal lo que produce
que envenena a los jóvenes
para que nadie le robe
su puesto de trabajo,
su único trabajo:
seguir matando a su mitad.

El genoma infinitamente sapiente,
al llegar a este punto, del hombre nos dirá.
El hombre vive enfermo y no se curará
para poder curarlo no alcanza la mitad.


Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

lunes, 9 de agosto de 2010

LEJANÍA


Ahora estoy excitado, loco de contento,
me puse a decir cosas y nació un poema.
Después me sacudí las últimas cenizas de la muerte
y me puse a mirar la lejanía y, algo me estremeció.

No fue una luz de fuego, ni el dolor de la guerra,
ni del futuro las artes y las ciencias luminosas.
No vi cuando miré la lejanía la caída del mundo.
Ni bombas atómicas, ni láser asesino, ni venenos.

No vi al hombre en soledad encerrado en sí mismo.
Ni a la mujer crucificada queriendo ser nuevas religiones.
No vi familias encadenadas o muertas o estados corrompidos.

No vi niños raquíticos ni jóvenes drogados o perdidos.
Ni me vi, a mí mismo, viejo, con barba blanca, escribiendo.
Lo que vi fue, sencillamente, la lejanía y, eso, me estremeció.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991