martes, 6 de abril de 2010

VIVIR CON JÚBILO - Nº 126 - Abril de 2010

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CULTURA

MIGUEL OSCAR MENASSA

Por Juani Loro

Impresiona la fuerza que desprende su mirada nada más sentarse frente a él. Y no es algo gratuito. Es el resultado de una experiencia dilatada, rica, creadora y de una apuesta vitalista de la existencia. En 2011 celebrará el 50 aniversario de su primera obra: Pequeña historia. Desde entonces, su labor creativa ha sido incesante en varios campos. Por eso, la Asociación de Escritores Internacionales le ha elegido como candidato al Nobel de Literatura. ¿Lo conseguirá? Él tiene casi 70 años y mucho que decir. De hecho, ya ha ganado.

¿Cómo ha tomado su nombramiento como candidato al Nobel de Literatura?

Es una sorpresa porque uno, cuando escribe, pinta o hace cine, no piensa en los premios. Estuve un poco “turulato” dos o tres días, pero luego me sentí merecedor, como otros tantos, de la candidatura. Actualmente, tengo una obra de casi 40 libros y dirijo dos revistas. El año que viene se cumplen 50 años de mi primera publicación, que se titula Pequeña historia.

¿Usted se hubiera propuesto como candidato a recibir el premio?

No. Nunca. Te prometo que estuve riéndome dos días porque la carta me decía que podía aceptar o no la candidatura y no acababa de creérmelo. Lo impresionante fue que esa gran institución me propusiera tras conocer mi obra.

¿Ganar el premio sería la culminación a un camino recorrido o más bien un aliciente para seguir adelante?

Yo, el premio que quiero, es que me dejen seguir escribiendo hasta los 100 años. El Nobel es un galardón a la constancia, porque si no te pasas 30 ó 40 años escribiendo, no te lo dan. Yo me considero una persona constante, pero si no lo recibo, no pasa absolutamente nada. El año que viene celebraré, en todo caso, las bodas de oro de mi primera poesía.

Hasta los 10, le quedan 30 años para hacer muchas más cosas...

No es tanto tiempo. Aún quiero aprender a tocar el violín y tengo muy mal oído, así que lo necesito –sonríe.

Pero usted no sólo es escritor. También ha irrumpido en el mundo de la pintura e, incluso, del cine. ¿Verdad?

Hago poesía desde los 11 años pero es lo que más me cuesta. Para pintar no tengo ninguna referencia, simplemente dejo ir la mano. Pero en poesía tengo a todos los grandes que me machacan para que no repita, para que no me copie, para que no decaiga... Hace 32 años que pinto y tengo más de 1.000 cuadros hechos por mí. En relación al cine, hace seis años que me inicié en el cine, con mis propios textos. He escrito dos novelas y varios relatos y también es importante para mí la obra científica. Además, soy director de una escuela de psicoanálisis, otro trabajo más.

10 años después de publicarse Pequeña historia, funda el Grupo Cero. ¿Qué es y con qué objetivos se crea?

Se trata de un movimiento científico-cultural. En 1971 redacté el primer Manifiesto, que firman cinco médicos, un filósofo y un psicólogo. Siempre tuvimos en cuenta la escritura. Fuimos creciendo, abriendo talleres de poesía mientras tanto, se creó también la editorial Grupo Cero, que cuenta en su haber con 157 títulos. En Madrid, en 1981, fundé la Escuela de Psicoanálisis que hoy en día sigue funcionando.

La Asociación Internacional de Escritores justifica su candidatura “por la conjunción de la poesía y el psicoanálisis”. ¿Cómo se complementan ambas disciplinas?

Esa conjunción la buscaron varios premios nobeles. Freud en su primera revista de psicoanálisis y, dos años antes de morir, confiesa que su única decepción fue no haber sido poeta. Yo soy médico y soy psicoanalista, pero ante todo me siento poeta. Esta conjunción forma parte de mi vida. La función poética es lo mismo que el inconsciente. La producción de un poema es similar a la de un sueño. Son producciones inconscientes. Uno de los grandes poetas que buscó este camino, Octavio Paz, considera la poesía como el camino del conocimiento.

¿Cómo ayuda la poesía en el proceso del psicoanálisis?

La poesía es mucho más que una colección de versos. Es un instrumento de conocimiento de precisión. Yo estoy convencido de que la escucha psicoanalítica tiene que ser poética. La interpretación ha de ser psicoanalítica pero la escucha no, porque se maneja con el imaginario universal.

Después de 49 años, ¿sigue escribiendo sobre los mismos temas o con el transcurrir del tiempo se ve obligado a tratar asuntos que antes no hubiera considerado?

Siempre he escrito del amor. Pero ahora, a los 70 años, me apasiona escribir sobre la muerte y la vejez, porque un hombre que tiene algo que decir a los 70 años vive, si tiene algo que decir a los 80, vive y si tiene algo que decir a los 120, también le dejan vivir. Mis temas son reflejo del naturalismo del ser humano. Yo trato de atraer la naturaleza al hombre.

Hoy, en el año 2010, ¿la poesía es útil?

Creo que sí, porque a raíz de las adhesiones que estoy recibiendo a mi candidatura, sorprendentemente me he dado cuenta de que he salvado más vidas con mi poesía que con el psicoanálisis. No es útil para los estados, pero ¿qué es útil para ellos?

¿Y es un arte que sigue estando de moda en nuestros días?

Sí. Cada vez hay más revistas de poesía. Internet está lleno de referencias. la gente escribe como terapia, podemos decir. Creo que cada día hay más reconocimiento hacia la poesía. Mi poesía no es común porque toca todos los asuntos que generan la hombría y la feminidad.

Centrémonos en uno de esos temas: la vejez. ¿Qué se puede hacer para envejecer de la mejor forma posible?

Hay que leer. Yo trato a personas con Alzheimer desde hace más de 25 años con lecturas y con escritura. En el proceso de envejecimiento, no hay que aceptar que te descarten. Por eso, no me jubilaré. Me dicen: “señor Menassa está por entrar en la tercera edad”. Y yo les contesto: “sí, pero la tercera edad puede durar 40 años, ¿o no? Por lo tanto, seguiré haciendo las mismas actividades mientras pueda.

¿Cómo ayuda el amor?

El amor y la compañía son vitales. La soledad mata a cualquier edad.

Incidamos en el psicoanálisis. ¿A qué se debe el boom de esta ciencia en nuestro país en los últimos años?

Creo que es el resultado del trabajo de 30 años de muchos profesionales. Ahora, la gente quiere psicoanalizarse, no quiere tomar pastillas. El psicoanálisis se considera un instrumento terapéutico capaz de curar muchas enfermedades que, generalmente, se rechazan por causa desconocida. Está consiguiendo hacerse un hueco muy importante dentro de la medicina.

Para hacernos una ligera idea de lo útil que puede llegar a ser, imaginemos la sala de urgencias de un gran hospital donde encontramos unos 150 pacientes. Pues, el 51 por ciento de ellos acude a esas urgencias pero no debería estar ahí porque su problema tiene otra solución. Los médicos también recomiendan ahora el psicoanálisis. En otros países, la Seguridad Social cubre hasta un mes de tratamiento de psicoanálisis.

¿Cuál es la reacción del paciente el primer día que acude a consulta? ¿Siente miedo ante la posibilidad de conocerse realmente?

Eso me sigue ocurriendo a mí, así que no resulta extraño que ellos también sientan miedo ante la posibilidad de conocerse más profundamente.

¿Cómo es, desde su óptica, la sociedad actual?

En una sociedad justa, el trabajo es un don. Primero, tendríamos que crear una sociedad justa, que no es tan difícil. No se trata de ser todos iguales, porque somos todos diferentes, semejantes, pero no iguales. Pretender la igualdad es una tontería, pero pretender la justicia no.

¿Cuándo mira la televisión, qué asuntos le ponen la piel de gallina?

La injusticia. El mal olor del periodismo actual en el que lo único que interesa es cuántos murieron, cómo murieron y, si murieron despedazados. Eso me desespera. He estudiado a fondo el mensaje de los informativos y no hay lugar en ellos para la cultura. Ésta sólo aparece cuando el espectáculo es parecido al de una cancha de fútbol.

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